Hoy es día de pasarlo bien. Es como en Navidad o en tu cumpleaños: Se prohibe estar de mala hostia. Pero es imposible no estarlo (al menos para mi) cuando empiezo a pensar en los propósitos del año pasado que debía cumplir a lo largo de éste año y que está claro, no he cumplido. Que si estudiar más, que si ponerme en forma, que si olvidarme del pasado, que si no cotillear el facebook de la nueva novia de mi ex, que si cambiar todos los hábitos del mundo mundial..... Bla bla bla.
Por otro lado, nuestra cabeza empieza a imaginar nuevos objetivos inalcanzables que "éste año seguro seguro que lo conseguiré, porque éste nuevo año tengo más motivación que nunca, porque éste año ES MI AÑO, porque sé que puedo con todo, ¿cómo no voy a poder con ésto? porque, porque, porque...". Luego, al final del año, estás exactamente igual. Y volvemos a empezar.
Por eso y en contra de todo, no pienso proponerme nada para el año 2015. No es que me resigne ni nada por el estilo. Es simplemente que me apetece disfrutar de la vida sin cinturones, sin pautas, sin normas, sin obligaciones. Vivir en una completa anarquía. Nadie me ha pedido que me haga cargo de nada, así que, ¡no lo voy a hacer!. Además, 2015 es un número bonito, seguro que trae suerte de por sí. Si el año que viene sigo igual pues no podré amargarme mucho, y si he cambiado algo mejor. Así que, si quieres, ponte la siguiente imágen de fondo de pantalla en el móvil, yo creo que te ayudará:
La pena es que a menudo esperamos que ocurran cosas y grandes acontecimientos que luego se quedan en la nada o que nos decepcionan totalmente. Algo así me ha pasado a mi este 2014, pero tengo que aprender a que las cosas no son perfectas. No son como nos la vende Hollywood. Y dentro de toda imperfección hay (seguro, segurísimo) alguna cosa buena. No soy positiva, no penséis que soy de esas que siempre ve el lado buenas de las cosas, porque normalmente el otro lado del lado malo suele ser aún peor. Pero tenemos que aprender a darnos un respiro. A valorar la imperfecta realidad, ya que la vida es un CAOS, y eso nunca (nunca jamás) va a cambiar.
Os deseo un maravilloso final del año 2014 y que el 2015 sea de todos, el mejor (pero ésta vez de verdad)
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